top of page

Luz


Cada día nuestra rutina se basa en movimientos repetidos, aprehendidos de tal manera que la cotidianeidad nos hace invisibles. Podemos vernos al espejo, pero no nos observamos realmente. Hacemos las mismas cosas día tras día, nos sabemos nuestros cuerpos, y podemos hacer las cosas con los ojos cerrados. Sin embargo, al mirarnos sólo vemos una máscara de nosotros mismos, aquella máscara que vestimos cada mañana.

Cada día recibimos a este huésped que alojará dentro de nosotros, aquel huésped que nos acompaña y domina en nuestras acciones diarias. Sin embargo, mientras más veces le damos la bienvenida, más cómodo se hospeda en uno, haciendo propia la habitación de invitados, para luego adueñarse de otros espacios de nuestro hogar. El mayor problema radica cuando nuestro invitado de honor no se va, o peor aún, cuando llega a ocupar nuestra habitación personal. Ese espacio tan íntimo, donde sólo deberíamos reinar nosotros, puede verse invadido por este ser tan extraño pero familiar a la vez.

Probablemente los niños son quienes son más fieles a sí mismos, actuando en respuesta a sus propios deseos. Pero al crecer y al aprender los funcionamientos de la sociedad, nos vamos percatando de que hay reglas y normas que respetar, acallando nuestro ser interior y haciéndonos construir disfraces que encajen con la sociedad. Finalmente nos rodeamos de estereotipos que cumplir, dejándonos a ciegas en nuestro propio camino personal, sin una luz que nos guíe a encontrarnos con ese niño que se vio apagado para dar paso al cumplimiento. Así como nos vestimos y peinamos sin mirarnos, también vivimos sin conocernos.

Sólo hace falta divisar esa luz natural que nos guíe a reencontrar nuestro camino, a redescubrirnos y reconocernos. Puede que tengamos que mantener nuestras máscaras, pero tener el conocimiento de nuestra condición es fundamental para construir nuestra propia versión de felicidad y tranquilidad.

La luz. La introspección, el auto conocimiento, la búsqueda, la reflexión. Tomar conciencia de la necesidad de mirarse, de conocerse y de conectarse con lo emocional.

Aquella vela, a veces encendida, a ratos apagada. Utilizar esa luz, presente incluso cuando pareciera que ésta se ha apagado. Aprovechar esa oscuridad, ignorar el exterior y volver a uno. Así como en la música, el silencio es tan necesario como el sonido; así como en la fotografía, la oscuridad es tan necesaria como la luz.


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page