top of page

Memoria fragmentada


Ellos, los milenarios árboles en este bosque de humanos, llenos de sabiduría y de experiencia. Ellos, quienes nos ven crecer con los ojos del pasado. Atraviesan épocas y generaciones, siendo testigos de profundas transformaciones sociales, moldeándose para adaptarse a ellas. Ellos, tan presentes y tan invisibles, tan importantes y tan desvalorados

Estamos en un país donde la tasa de envejecimiento aumenta, lo que -en conjunto con la disminución de la tasa de natalidad- lo condena a ser un país con una baja tasa de crecimiento poblacional; un país “viejo”. Es decir, Chile estaría encaminándose a lo que ocurre actualmente con los antiguos países europeos, pero con una gran diferencia: la calidad de vida del adulto mayor. Hoy en día, si no se tiene la comodidad económica previa, envejecer en Chile es el camino a la pobreza. Esta indigna pobreza producto -principalmente- de un mal sistema de pensiones, lo que es claro reflejo de falta de solidaridad intergeneracional y desvaloración sociocultural hacia nuestros ancianos.

Esta condena a la calidad de la vejez es una arista determinante al momento de pensar qué hacer para sobrevivir aquellos “años dorados”. La limosna, la calle, el comercio ambulante, el arte callejero, la fundación; cualquier opción es válida para poder tener el pan día a día.

El deterioro físico acusado por sus movimientos limitados, piernas debilitadas y espalda encorvada; su historia de vida escrita en manos desgastadas y arrugas pronunciadas; y el peso de los años delatado por su vista nublada y su mirada cansada. Memoria fragmentada, recuerdos distorsionados, lagunas de inexistencia.

Plasmar la historia en un papel suele asegurar su perpetuidad, reconfortando a los protagonistas de aquella historia al saber que no serán olvidados. Pero ¿qué pasa cuando la fotografía comienza a deteriorarse también? Hablamos de papel, materia orgánica, luz, fotosensibilidad y reacciones químicas. Claro está que con el paso del tiempo existe un deterioro natural o provocado, tal y como un metabolismo orgánico que con el tiempo enferma y envejece. Este soporte fotográfico, al deteriorarse, ya no muestra la misma imagen por la que se creó, por lo que ya no hace referencia a esa realidad que buscaba inmortalizar. El papel es quebradizo, y la imagen del recuerdo se torna difusa, quebrantada, fragmentada; así como un cuerpo envejecido, físicamente frágil; así como una mente cansada, mostrando una imagen distorsionada de lo que -en algún momento- fue una realidad.

Sin embargo, debemos cuestionarnos: ¿una fotografía deja de serlo por el simple hecho de deteriorarse?, ¿sigue manteniendo su esencia a pesar de la transformación esperable del material?, ¿se debe valorar más una nueva fotografía conservada a la perfección, por sobre otra que se ha marchitado con el paso del tiempo?, ¿es posible sumergirse en el mundo fotográfico ignorando la historia de la fotografía, su nacimiento y su extensa experiencia? ¿podemos cuestionarnos lo mismo respecto de nuestros ancianos? La fotografía y el ser humano comparten más aspectos de los que creemos, desde la ingenua búsqueda de la eternidad, hasta el inevitable deterioro irreversible.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page